NUESTROS AUTORES
Esta es una pequeña muestra literaria de los autores que han publicado de manera física por medio de nuestro proyecto editorial.
Rafael Sandoval
(Santa Ana, 4 de agosto de 1991)
Músico, cantante, escritor, gestor cultural, fotógrafo, y videógrafo.
Egresado de la Licenciatura en Ciencias del Leguaje y Literatura por la Universidad de El Salvador (2018).
Es miembro fundador, guitarrista, vocalista, letrista y compositor de la banda santaneca Aire Libre, así mismo, forma parte del Círculo de Artistas Umbral de la Inspiración y es Fundador y director del Proyecto Editorial Artesanos & Editores.
Ha participado en diversos recitales, lecturas y festivales poéticos tanto nacionales como internacionales.
Ha publicado Entre letras y siluetas (Artesanos & Editores, 2017). Posee además otros poemarios inéditos.
Tres poemas de Rafael Sandoval
Sábeme a nosotros
Sábeme a amor,
la amalgama corpórea que inventamos,
que esculpimos,
que calcamos.
Sábeme a arte,
el lenguaje descubierto en sus pezones,
ese que solo nosotros entendemos.
Sábeme a ternura,
los pinceles adornando nuestros cuerpos,
dibujando caricias sobre el óleo del deseo.
Sábeme a intimidad,
mis labios vistiendo su cuello desnudo,
recorriendo su cuerpo,
que erizo de emoción,
espera encontrar en mí un respiro que le de tal descanso.
Sábeme a muchas cosas
la silueta de dos cuerpos,
de dos almas,
de dos amantes,
enamorados,
enloquecidos,
entregados.
Desnúdate
Desnúdate,
quiero verte como eres
y ser parte de ti.
Desnúdate,
porque el tiempo se nos va
y se nos va el momento de hacernos eternos.
Hazlo,
desnúdate.
No perdamos el tiempo
y déjame verte tal como te conocí cuando te besé el alma
con un murmullo,
con un suspiro
con un grito disfrazado de silencio.
Desnúdate y desnúdame
para acariciarte con los ojos
para refugiarme entre tus pliegues
y encontrarme en ti cuando te encuentras en mí.
Desnúdate y hazte brisa
habita en mi pecho.
Vete con el canto de la aurora y la niebla vacilante,
para poder buscarte y encontrarme en ti.
Costumbre
Míreme en el silencio,
sonríame con un eterno nosotros,
béseme con sabor a usted mezclado con suspiros.
Bailemos, sí, hagámoslo
entre miradas, besos y sonrisas,
entre tertulias y sin prisa.
Que nuestro momento sea siempre.
Abandone el miedo, acérquese a mí,
deje el recelo, el protocolo
y simplemente tóqueme las manos,
siéntese a mi lado un rato y veamos caer el sol,
ese que nos acompañó este día.
Mañana volvamos a hacerlo,
que aunque parezca lo mismo,
para mi será algo nuevo.
Abandone el miedo, deme un sí
y quédese, sí, junto a mí
que cada día, si es que ya no puede,
buscaré la manera para que vuelva como hoy,
me mire,
sonría,
me bese,
y hagamos tantas cosas
sin tener que llamarle costumbre.
Eddie Soler
(Santa Ana, 18 de noviembre de 1960)
Escritor, actor y docente.
Se graduó como Profesor de Letras de la Universidad Modular Abierta (UMA).
Ha publicado Lenguaje del Corazón (Artesanos & Editores, 2018). Posee otras obras inéditas entre las que figura el poemario “Amando con el corazón abierto”, también siete obras de teatro entre ellas “La casa de los sueños” y “La maternidad de la doncella” así como dos novelas cortas “Hoy nunca será mañana” y “El escritor”.
Actualmente se desempeña como maestro de lenguaje y literatura en educación media en el Complejo Educativo “Padre Vicente Aguilar”, municipio de El Porvenir.
Tres poemas de Eddie Soler
Y tú, ¿qué dices?
Y tú, ¿Qué dices?
Dime lo que haces
cuando otros visten de injusticia
al prójimo y ahuyentan de su vida, las delicias.
Voraz pelea y exterminio
que escapa a la razón divina y a su dominio.
Dime, ¿Qué dices?
o mejor aún, ¿Qué haces?
Y tú, ¿Qué dices?
Cuando se oprime al pobre ¿Qué haces?
si se roba al desprovisto
dices tú: “no lo he visto”.
¿Tapas el sol con el meñique?
cuando contemplas irse el mundo a pique
por la cruel inhumanidad
de los fuertes y dueños de la sociedad.
Y tú, ¿Qué dices?
Dime lo que haces,
el silencio lo revela,
el carrete de tu existencia velas.
Pueblo
Mi gente, mi ciudad, mi pueblo, mi villa,
hambrientos de amor, paz, techo y sustento,
niños enfermos, madera corroída por la polilla
pero viven con el rostro contento.
Adultos, expresiones de dolor,
angustia, pena, amargura y pobreza,
arrugas resaltan en sus cuerpos bañados de sudor,
cuerpos que no conocieron la delicadeza.
Mujeres, con ojos tristes,
con innumerables cicatrices
por vivir en un pueblo alimentado con alpiste
y dominado por excelentes actrices.
La esperanza en sus casas no aterriza,
la ventura los margina,
los hombres han perdido ya su risa,
dichosos seres cuya voz no encontró una bocina.
Trabajo y sudor,
pan del día ha llegado a ser
por su pobreza que aumenta el dolor
de no ver a sus hijos crecer.
Brilla, Sol de la mañana
Rasgando la penumbra
brilla rayo fulgurante
de luz cálida de la tundra
iluminando mi senda tan turbante.
Sudor, esfuerzo, tesón,
vida, amor, ilusión,
dejo a la labor diaria que los guarde en prisión
ahogando mi existencia con intenso coraje y pasión.
Ver mi senda quiero,
motivo de vivir busco
para no morir en el encierro
de falsa esperanza y amor brusco.
Solaz período inquietante
encuentro al despertar con la luz de la mañana,
observando en el espejo mi semblante
testigo de la cruel existencia humana.
Luz vivificadora,
otórgame la esperanza
de vivir de manera pacificadora
un día más en el cual tú te esparzas.
Jorge Alas Cáceres
(Santa Ana, 1979).
Músico, pintor y poeta.
Egresado de la Licenciatura en Ciencias del Lenguaje y Literatura de la Universidad de El Salvador, Facultad Multidisciplinaria de Occidente. Fue miembro de la banda de power metal Gaia Metal entre 1999 y 2010, con la que participó en los eventos más importantes del movimiento metalero de El Salvador. Participó con Gaia en el Festival Internacional Rock al Parque (Bogotá, 2005). Posteriormente, fue miembro de la banda de pop Avenida Independencia.
Ha publicado los poemarios Post (Proyecto Editorial La Chifurnia, Quezaltepeque, 2016) y Celeste (Artesanos y Editores, Santa Ana, 2018). En 2016 ganó el tercer lugar en el Certamen de Poesía «José Rutilio Quezada», del Proyecto Editorial La Chifurnia. Actualmente forma parte de la banda Aire Libre y colabora como arreglista con el cantautor Gabriel Colocho.
Tres poemas de Jorge Alas Cáceres
6.
Le confieso que desde que la veo
la reconozco de entre los rosales y las mañanas
que mi voz desprende gotas cristalinas
y que soy un campo sin mieses si no la encuentro.
Le confieso que desde que la escucho
su voz ha encantado los ríos donde bogan mis poemas.
Le confieso que he querido acariciar su cabello
y que lo contemplo mientras la brisa se impregna de su profundidad.
Le confieso haberla visto explorar la luz
mientras
cae
suave
en
su
piel.
Tu rosa
Tu rosa es una boca en primavera
que trae un campo completo de polen
con los pétalos que atrapan abejas
y las endulzan en sus vastos soles.
Tu rosa es una boca en sangre fresca
es un verbo que invita a conjugarse
el aroma de tu aliento en la lluvia
celeste reposo en su suave abrigo.
Tu boca es una rosa en primavera
el surco de los días en mis ojos
la energía en la sangre de mi boca
pétalos intensos de tu sonrisa.
Tu rosa es una boca en primavera
la sangre que brota como un botón
una mañana trayendo los cantos
una estampida de vientos y llovizna.
Tu boca es mi color en primavera
el lugar de mis deseos ignotos
el jardín donde te puedo besar.
Celeste
Lléname de celeste
de tu paz
de los espacios de nubes en el cielo.
Lléname de la tarde
del aire que anuncia que lloverá.
Llena mis manos con las tuyas
esperemos el día en que podamos correr bajo la lluvia
bajo las nubes
bajo el azul claro del cosmos
bajo el almendro y sus hojas anaranjadas.
Lléname de música de piano
de una balada entre tu sonrisa
de un nocturno entre los versos de Nervo.
Lléname de tranquilidad la brisa
y el vuelo de las aves migratorias
las plumas de los atrapa sueños
los compases frágiles del cenzontle.
Lléname de celeste
y de azul profundo y de paz
llena tus manos con las mías
con los espacios y las nubes tranquilas
del aire de la tormenta
de la música en tu mirada
y de los suspiros con que pasan los días.
Daysi Jiménez
(28 de junio de 1993 - 10 de abril de 2018).
Escritora, actriz y artesana.
Egresó de la Licenciatura en Ciencias del Lenguaje y Literatura por la Universidad de El Salvador en el 2017.
Defensora de los derechos de la mujer y humanos, muy interesada por la promoción artística. Muestra de ello es su legado de escritos diversos entre poemas, obras teatrales, monólogos y talleres literarios que compartió en muchas ocasiones en festivales y eventos artísticos en la cuidad y fuera de ella.
A mediados de 2017 se comenzó el trabajo de edición de su obra poética Ente con Artesanos & Editores para ser publicada dentro de la colección esteoeste.
Tres poemas de Daysi Jiménez
Te regalo todos mis atardeceres
Te regalo un beso disperso,
una canción sin voz,
un pueblo alegre y fugitivo
que se nos escapa de las manos,
la promesa de una nación mejor,
la utopía ligada a la razón.
Te regalo el elixir embriagador de mi alma
para que mires tu reflejo.
Observa las cicatrices causadas por los años.
Detén el tiempo mientras clavas tu mirada en mis ojos,
en los que nunca volverás a reflejarte.
Vuela en libertad total,
sé leve como el espíritu gitano,
pero por favor nunca más me ilusiones
con tu posible regreso.
Canta, danza, grita,
tienes derecho a existir fuera de serie, libre de materia.
Te regalo el atardecer de esta vida aburrida,
melancólica y colmada de conflictos,
a la cual una vez invitaste a salir de rutina.
Te regalo el llanto invisible por tu ausencia,
el no tiempo, el silencio,
la esperanza marchita.
Te regalo mi espera infinita.
Te regalo la caída del padre sol,
mi única compañía.
Cada vez que él se esconda sabrás que estás conmigo,
pero sin mí.
A la revolución salvadoreña.
Claroscuro de mi alma
Una parte se inclina hacia el dolor y el silencio
mientras otra le canta a la vida.
Una añora el reencuentro con la muerte
mientras la otra piensa en retardar su visita.
Una parte del alma no tiene nombre,
ni nacionalidad;
no conoce fronteras ni barreras,
está concentrada en la razón del no ser
y ha perdido todo
porque nunca nada le ha pertenecido,
mientras que la otra se aferra a la ilusión.
¿Dualidad quién eres?
Tal vez disfrutas ser siempre la incertidumbre entre la duda,
como dama que adora flirtear con el peligro.
Te enriqueces con el dolor ajeno,
te alegras y regocijas,
le temes a la vejez y al olvido.
Estás tan afanada en ser el centro de todo
que olvidas liberar a los hombres de la tensión.
Dualidad del alma, conozco tu juego.
Me seduces en las noches
y te alimentas de los desvelos.
¿Quién tiene la razón?
¿El sexo sin amor?
¿El llanto sin dolor?
¿O el adiós sin despedida?
La retraída al espejo que ya nada refleja,
los sueños mecánicos,
también pueden ayudarme a mantenerme despierta.
No me inclino a la luz ni a la oscuridad;
disfruto verlas pelear,
me mantengo en el centro
y nada más.
Dichosos
Envidio a los amantes enamorados,
tal vez porque nunca he sido uno de ellos,
Siento envidia de la anciana laboriosa,
pensante y paridora de mil vidas;
ella conoce el misterio más allá de mis estúpidas e intelectualoides definiciones.
Siento envidia del médico que salva vidas,
su fuerza de trabajo es mucho más útil que mi perezosa poesía.
Siento envidia de aquellos que disfrutan una cerveza en una tarde de domingo.
Siento envidia de la mujer sensual
que se entrega al placer del orgasmo
sin sentir pena ni remordimiento.
Ella sabe más de la alegría de la vida
que mi prejuicioso y puritano, pero al mismo tiempo, depravado corazón.
Siento envidia de la cigarra que se entrega a la canción.
Por estos momentos estoy tan fuera de mí
que no tengo ritmo propio.
Siento envidia del mendigo
que disfruta pedir en los buses,
pues ha vencido la pena y el miedo,
y no se avergüenza de exponer al mundo sus necesidades.
Envidio a los niños al verlos correr y jugar,
y a los adolescentes por ser tan libres,
yo he dejado de formar parte de su mundo.
Envidio al pintor
que sí sabe para qué le fue otorgada la vista;
envidio a los ciegos
que encienden una luz en la oscuridad,
envidio a las madres solteras,
porque son mujeres más reales.
Envidio la estética de los homosexuales.
Envidio a los vendedores del mercado
que tienen un puesto fijo y un trabajo digno,
yo sólo les escribo mentiras,
desgasto mi mente,
malgasto la tinta,
reniego del don que me fue otorgado.
No quiero tener alma, deseo ser un objeto,
tener una explicación dialéctica para todo.
Envidio el paladar de los baristas,
yo no le siento sabor a nada más que al sufrimiento,
me aíslo en el silencio, me retraigo,
lo único que sé amar es la locura,
me arraigo al dolor mientras digo.
Dichosos aquellos que viven para el arte
y no se sienten solos.
Dichosos los filántropos, los pedagogos,
dichosos los humanistas, los cristianos;
dichosos los revolucionarios, los izquierdistas,
por lo menos creen en algo.
Dichosos los artesanos, los enamorados.
dichosos los árboles
porque tienen raíces donde sostenerse.
Dichoso el viento, el fuego.
Dichosos los amantes de Roque Dalton,
de Lorca y de Vallejo.
Dichosos los que saben perdonarse a sí mismos.
Dichosos los que nacen, los que mueren.
Y yo nada más soy poeta.
Astrid Pineda
(Ahuachapán, 10 de febrero de 1994)
Músico y poeta.
Violinista y fundadora de la orquesta String Orchestra INAH (2011). Fue miembro del taller literario Mario Bencastro, publicando sus primeros poemas en la antología Versos y un Café (2015). Ha publicado otros poemas para la revista italiana Séptima Luna e incluida en la Antología Poética Versos entre Orquídeas (Artesanos y Editores, 2019).
Estudiante de la Universidad de El Salvador en la carrera de Ingeniería Química y ex-miembro de la Filarmónica Juvenil Nacional (2016).
Actualmente es instructora de violín en la Orquesta Infanto-Juvenil de Ahuachapán, de la cual fue fundadora en el 2014, y es miembro del Círculo de Artistas Umbral de la Inspiración.
Poema de Astrid Pineda
V.
La tarde se está alejando
y nos volvemos a encontrar
viajando entre carreteras,
canciones y un anhelo,
entre deseos y este dorado atardecer.
Hemos llegado a nuestro espacio infinito.
Todo es perfecto,
mezcla de plenitud,
paz y agradecimiento,
el paisaje,
la brisa,
el aroma a ciprés,
el silencio
y la canción del bosque.
-Divago como el viento-
Son tus brazos los que me devuelven al aquí,
tu respiración tras mi oreja,
tu palpitar tan potente pero tranquilo,
el calor del cuerpo y un arrullo.
Me envuelves entre caricias y besos,
me sostienes en tu mirar.
Todo se vuelve primavera,
-deseo de vivir-.
Se desvanecen los miedos,
florecen versos,
canciones,
-deseo de crear-.
Solo somos tú y yo,
sin máscaras,
sin matices,
sin bemoles ni sostenidos.
Somos tú y yo,
al pie de un atardecer,
viajando al final de la eternidad.
Suleyma Zavaleta
(Santa Ana, 30 de junio de 1978)
Artista visual y Escritora
Licenciada en Contaduría Pública por la Universidad de El Salvador (2016). Ha publicado Sentimientos en Sílabas (2018) y Equinoccio (2020). Incluida en la Antología de Poesía, lanzada en el contexto del festival literario ¨Luz de Luna III¨ (2017), realizado en Madrid, España y en la Antología Poética Versos entre Orquídeas (Artesanos y Editores, 2019), incluida, además, en el libro Rostros de la Literatura Salvadoreña (2018) de Atilio Munguía.
Creadora de la ilustración litográfica Fusión, portada y contraportada de la antología poética Con aroma a libros (2018), para editores MR artesanal, Arando Letras México.
Ha participado en exposiciones virtuales, tanto colectivas como individuales, a nivel nacional e internacional. Es miembro del Proyecto Cultural Sur y de la IWS (International Watercolor Society). Su obra se encuentra en colecciones privadas en El Salvador y Estados Unidos, y en exposición permanente en Galería All Art Work, Michigan, E.E.U.U.
Se desempeña como columnista editor del periódico El Norteño News, responsable de la sección de arte y literatura, y editora de contenido en plataformas virtuales como Publisuites.
Poema de Suleyma Zavaleta
II. En la ventana
Miro al horizonte abrir sus pestañas,
una paloma gris atraviesa el cielo,
empieza el día rebosante y con alas,
te pienso, te beso, te miro y te anhelo.
Al sorbo de un café te sueño,
a través del cristal tu silueta imagino,
son mis ojos en su reflejo
pues yo sé que lejos está tu cariño.
Las manos me tiemblan, suspiro al viento
al darme cuenta que no te tengo,
pues aquí te guardo en un rincón,
un verso, un lienzo y un beso.
Divagan mis pensamientos al unísono.
Locura matinal me acorrala.
de pronto la razón en su trono
aparece para darme una vil espada.
Norma Díaz
(Santa Ana, 18 de junio de 1996)
Escritora.
Su poesía ha sido incluida en la Antología Poética Versos entre Orquídeas (Artesanos y Editores, 2019).
Actualmente cursa la Licenciatura en Ciencias del Lenguaje y Literatura en la Facultad Multidisciplinaria de Occidente.
Poema de Norma Díaz
V. Magia
Trato de seguir la línea del polvo de estrellas que dejaste,
para la que nadie tiene ojos,
ésa que la gente no está acostumbrada a ver.
Si tuviera la oportunidad te elegiría a vos
pero no puedo escribir un destino que no me pertenece
no soy solo yo quien escribo esta historia.
Se supone que vos también debés escribir la otra mitad
sin embargo, no veo las intenciones.
Es una pena que te quedés con ellos,
los que nunca han visto la magia.
Vos necesitás…
Que descubran en tus ojos, cada día, un milagro,
que vean la fuerza que llevas dentro,
que alimente la inquietud de tu espíritu,
que te inviten a volar a cada instante.
Victoria Escobar
(Santa Ana, 3 de octubre de 1999)
Poeta.
Miembro del Círculo de Artistas “Umbral de la Inspiración” desde el 2013.
Actualmente, es estudiante del Técnico en Gestión Tecnológica del Patrimonio Cultural en el Centro de Formación Técnica ITCA- FEPADE.
Ha participado en diferentes recitales, lecturas poéticas y festivales, entre los cuales se pueden mencionar el Festival Regional de Poesía XUAYUAT (2019) y el Cuarto Festival Internacional de Arte y Literatura de Santa Ana (2019).
Algunos de sus poemas han sido publicados en la Antología Poética Versos entre Orquídeas (Artesanos y Editores, 2019).
Poema de Victoria Escobar
II.
No seré más la musa de tus anhelos de eternidad
antes de dormir,
seguiré muriendo con los recuerdos que entierras
en los camposantos entre sus piernas.
Tú seguirás comparando su sonrisa con la mía
y encontrarás en cada una un recuerdo de la otra…
Claudia Rodríguez
(Santa Ana, 2 de enero de 1988).
Poeta.
Graduada de Profesorado en Educación Básica por la Universidad de El Salvador (2011).
Miembro del Círculo de Artistas Umbral de la Inspiración y del Movimiento de Artistas Salvadoreños (MASAL) (2018).
Su poesía ha sido incluida en la Antología Poética Versos entre Orquídeas (Artesanos y Editores, 2019).
Poema de Claudia Rodríguez
II. Punto y aparte
La magia se ha perdido,
el reloj camina en sentido contrario.
Pienso, luego existo…
Pienso… ¿existo?
Dudas,
celos,
fe,
fidelidad,
lujuria,
¿Amor?...
Estoy confundida, perdida… tal vez.
Nada es para siempre
porque el “siempre” no existe,
el “nunca” siempre llega,
el tiempo no perdona
y las cosas fluyen de algún modo.
Me busqué en tus ojos
pero fue inútil.
Tenías tanta belleza dentro
pero no la mía.
Mi luz no te servía.
Me reencontré a mí misma en otros labios,
en otro cuerpo,
en otra cama,
justo donde la moral no existe
y donde los corazones no se juntan.
Los “te amo” se desgastan con mentiras,
con engaños.
Se desgastan cada vez que los pronuncias…
No me engañas,
yo te engaño,
no me engaño.
Deledda funes
(Santa Ana, 21 de marzo de 1991)
Poeta y cantautora.
Licenciada en Ciencias del Lenguaje y Literatura por la Universidad de El Salvador (2017).
Incluida en la antología de poetas salvadoreños Invisible de la Editorial Pirata Cartonera de Venezuela (2013) y en la Antología Poética Versos entre Orquídeas (Artesanos y Editores, 2019).
Poema de deledda funes
IV. instante
Ya es cara la noche,
por el valor de su tiempo.
Ya veo tu rostro convertido en poemas entre el silencio
en sueños o en un lienzo.
Ya veo mis manos confesando los versos callados del viento,
los de tu figura y la brisa nocturna,
mientras se escucha asomar la madrugada.
Ya es cara la noche
y en vez de tocarte, escribo recuerdos que terminan,
que adormecen y no desaparecen.
Ya este vaivén en una madrugada me endeuda
hacia más tardes cansadas.
El valor del tiempo es agua de río,
reloj de arena,
-arena entre mis manos-
que acabará.
Ernesto Salazar
(Metapán, 27 de abril de 1991)
Estudió en la Universidad de El Salvador, Facultad Multidisciplinaria de Occidente. Es bajista de la banda musical santaneca Aire Libre.
Su primer trabajo poético es NOCTEM, siendo primer lugar en el certamen de Poesía José Rutilio Quezada en el año 2017, publicado por Proyecto Editorial La Chifurnia. Malditos Domingos (Artesanos & Editores, 2019) es su segundo libro publicado.
Tres poemas de Ernesto Salazar
I.
Hay noches en las que hablo con los
insomnios que vienen a sentarse al borde
del buró a pedirme que les hable de ti.
Les hablo de tu recuerdo,
ése que juega a que te piense para extrañarte,
logrando que la cerveza me sepa a tus besos
y con el humo del cigarro imagine tu silueta.
Les digo que desde que me dejaste como un náufrago
y teñiste los sueños con un poco de imposibilidad
he visto al amor de reojo,
con recelo,
en otras parejas que se toman de la mano.
Desde entonces respiro entre sombras
en madrugadas que se resumen en gritos de ausencia
buscando migajas de luz donde encontré un infierno,
y un mar de recuerdos agridulces de un reino sumergido en las cenizas
que ahora es abrazado por la poesía y su magia.
Desde aquel derrumbamiento me quedó el paladar con sabor a sangre
donde las noches parecen días en los brazos de la nostalgia
y los días un invierno
porque,
Cielo
ya no está.
X.
Ha comenzado a llover.
Por la ventana se cuela una tenue imagen de cómo el tejado llora en las madrugadas
como si estuviera triste,
como si le faltara algo.
Pasa que no estás
y la humedad del sereno ya no deja la marca de tus pies descalzos en esta habitación
donde dejaste pequeños rastros de tu aroma,
que a veces me permiten respirarte.
Y en el buró está tu cepillo de dientes
con el único rastro que quedaba de tu sonrisa,
ésa que no he visto desde hace tanto tiempo.
Ahora pierdo las noches a la intemperie
entre los deseos y lo que no aprendí contigo,
curioso de experiencias que me dejó tu cuerpo.
A veces me ha ganado el sueño,
me quedo dormido en la noche de otro domingo
con la esperanza de despertar al día siguiente,
verte de espaldas, sentada en la orilla de la cama,
amarrándote el pelo
pero de nuevo sólo estoy yo
y toda esta mierda.
XIV Malditos domingos (Fragmento)
Tengo estas noches depresivas que consuelan
la nostalgia en unos ojos perdidos en el pasado,
que naufragan entre soledades,
y una ausencia que acompaña a esta tristeza que parece no acabar
unas noches que imploran compañía
porque mi pecho es un reino que ha quedado en ruinas
que está cansado de tantos golpes,
que hacen romper en llanto a mis ojos endeudados con lágrimas.
Tengo estos malditos domingos
que me recuerdan a quien robó mi poesía
y cada uno de los versos de estas noches insustanciales
que traicionan mi tranquilidad,
ante un retrato con miradas lascivas;
estos domingos que nos dicen que a veces luchamos por sueños que no nos pertenecen,
por guerras ajenas,
oportunidades innecesarias,
por personas que no valen ni la mitad,
y eso de que siempre tenemos la maldita manía de enamorarnos de lo imposible,
—necios— de querer lo que no podemos tener.
Alfred Monroy
(Santa Ana, 14 de agosto de 1988)
Poeta, actor de teatro experimental, cantautor.
Es director del Círculo de Artistas “Umbral de la Inspiración” desde su inicio el 27 de agosto del 2011.
Ha participado en diferentes actividades de carácter artístico tales como recitales, festivales, entre otros. Ha sido incluido en el libro Pinceladas, Rostros de la Literatura de El Salvador (2019), del caricaturista Atilio Munguía.
Su poesía ha sido publicada en la revista del diario El País, (julio 2017), en revista virtual "Alborismos" (Venezuela, 2020) y "El Camaleón" (Guatemala, 2020). Poemas de la gaveta (2019) es su primer libro publicado por Artesanos y Editores. Posee además, otros poemarios inéditos entre los que se pueden mencionar: Elizabeth (2019), Desde la quinta calle Oriente (2020) e Imágenes latentes (2020).
Tres poemas de Alfred Monroy
X.
Soy vulnerable,
susceptible,
indescifrable.
las dos primeras me fortalecen,
la última me condena.
XXII.
Es tu vida, zona de muerte,
Chernobyl en tu cabeza,
mi infortunio es tu buena suerte
y mi alma no te interesa.
Eres como Herodías
y como su madre manipuladora
pidiendo todos los días
en bandeja, mi ser que no te añora.
Un títere he sido, y tú ventrílocua,
marioneta soy, y tú me ahorcas.
Soberana señora somnílocua
que hasta en tus sueños me succionas.
Así eres tú, desatinada,
destruida como Hiroshima,
por tu guerra interna, atomizada
y por tu desquicio, sin autoestima.
Te pareces tanto a Sodoma y Gomorra,
sin olvidar el mar muerto de tu pecho.
Tú no tienes, mujer, quien te socorra
mientras te ahogas por las noches en tu lecho.
Es tu melancolía cosa que me entristece,
y ver tu mente suicida me destruye;
Pero entiende, tu peculiaridad no me adormece
ni me agrada tu alma que de mí, tanto fruye.
Sé que te sientes Afrodita,
y no niego que en tu piel hay lasciva pretensión.
Sé que eres inaudita,
pero no te pertenece mi enamorado corazón.
XXVII.
El cenicero que dejaste
extraña tus cigarrillos
que extrañan tus labios
que también extrañan los míos.
Javier Fuentes Vargas
(Santa Ana, El Salvador, 2000)
Poeta.
Estudiante de Antropología Sociocultural en la Universidad de El Salvador.
Su poesía ha sido publicada en diferentes revistas como: “Primera Página” (México, 2019 & 2020), “El Camaleón” (Guatemala, 2020) Revista “Collhibrí” (BUAP, México, 2020) y Revista “Extrañas Noches” (Argentina, 2020). Mención de honor en el festival internacional “Premio a la palabra” por “Duele Igual” (Argentina, 2019), Finalista del XVII concurso literario Gonzalo Rojas Pizarro por “Vaho” (Chile, 2020). Ha publicado: La muerte llegará (El Salvador, Artesanos & Editores, 2019).
Tres poemas de Javier Fuentes Vargas
Mi nombre lleva las letras de la muerte
“Porque hiciste mi gesto eterno
supe que eras la muerte.”
-Leopoldo María Panero
Mi nombre lleva las letras de la muerte
alfabeto inmutable del olvido y sus santos difuntos.
Mi nombre se desvanece como las estrellas que han muerto
Y dejan un halo de luz inextinguible.
Mi nombre no es único, lo portan muchos otros miserables
otros que comparten el mismo destino que me aqueja.
Todos somos la misma carne impura
la misma lengua sedienta de agua y sangre
los mismos ojos quebrados y abiertos de espanto
las mismas manos que buscan desesperadamente
una garganta donde descansar su ira contenida.
Mi nombre es nombre dispuesto
a cambiar cada una de sus letras
pero no la muerte que éstas portan.
Mi nombre es sólo otro arquetipo de la cosa
y en cada letra estoy yo
pensando en cómo hacer soportable
el humo del infierno.
Recurso didáctico para enseñar los colores a los niños de mi patria
Roja es la sangre de todos nuestros mártires.
Azules no son nuestras venas
azul es la llama que nos alumbra la noche
a punto de extinguirse
como un fósforo vulnerable.
Moradas las marcas en nuestros rostros,
en nuestros cuellos y brazos,
en los pómulos de nuestras mujeres,
en los porosos huesos de nuestros hijos.
Lo único verde que queda es el recuerdo
donde hoy se erigen negocios y púlpitos.
Blanco nuestro espanto.
Negra la noche que se nos mete rabiosamente en la pupila.
Amarillo el sol que sale todos los días
sólo para recordarnos
que hay un celeste inalcanzable
esperando en el cielo.
Duele igual
Hoy duele
duele profundamente el frío irresoluto de esta habitación
la aporía, la incertidumbre, la manifestación de mis miedos.
Duelen las ganas y la impotencia
las normas y lo normalizado
lo trasgresor y lo conservado
duele el cambio
duele el estático mundo.
Podemos resumir todo sentimiento a un dolor en el fondo
a una negación de nuestra naturaleza hecha y deshecha
nuestra razón irracional de ser, inauténticos, postergadores
del dolor que hoy es más latente que nunca.
Hoy duele
pero me consuela saber que la muerte alivia todo
que el olvido es el regalo
para salvarnos o condenarnos.
Hoy duele igual que ayer
aunque el yo de ayer
ya no sea igual al de ahora
y mañana no sé quién seré.
Puedo ser cualquiera en cualquier parte
pero igual
duele…
Mario Zetino
(Santa Ana, El Salvador, 1985)
Escritor, traductor y académico.
Es Licenciado en Letras por la Universidad de El Salvador. Formó parte del taller de poesía de La Casa del Escritor.
Ha publicado los poemarios Uno dice (Índole Editores, San Salvador, 2013, 2021) y Los caballos dorados (Zeugma Editores, San Salvador, 2017). Ha compilado las antologías de poesía 25 poetas. Memorias de la Casa (2011) y David Escobar Galindo: La luz del amor jamás será ceniza (2018).
Poemas suyos han sido incluidos en antologías como 45 poetas. Antología de poesía salvadoreña 1899-1987 (Dirección de Publicaciones e Impresos, San Salvador, 2006), Colección de poesía (Ego Group, Miami, 2008) y Segundo índice antológico de la poesía salvadoreña (Índole Editores/Editorial Kalina, San Salvador, 2014).
Traduce poesía del inglés al español. Es investigador en estudios literarios y educación.